Resumen: Las protestas han sido algo de una forma de vida en el Perú desde hace décadas, el producto duradero de un colapso en la economía y de confianza en el sistema político en la década de 1980. Han continuado incluso cuando la economía ha experimentado un auge, con un crecimiento promedio anual de 6.5 desde 2003. Pero las últimas manifestaciones del país tienen un aire de modernidad, un leve tufillo de los sinsabores de una clase media-baja aspiracional que han sacudido recientemente Chile y Brasil. El detonante fue una decisión por el Congreso para compartir trabajos importantes.

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