La Revolución de Octubre devino no solo un viraje decisivo en la historia rusa, sino también el acontecimiento central del siglo XX. Más aún el comienzo de una etapa cordialmente nueva del desarrollo de la civilización humana, del progreso de la humanidad. Lo que se produjo no fue un mero cambio revolucionario de formaciones socieconómicas, que expresaba el progreso social. Se produjo un viraje radical, un salto revolucionario en la historia de la civilización universal.