Resumen: La ola de violencia dirigida a los norteamericanos y europeos en el Medio Oriente y otros lugares en el mundo musulmán ha tenido dos efectos particularmente malignos. En primer lugar, ha hecho que muchos occidentales, especialmente los estadounidenses y sus gobiernos, quienes deberían desempeñar un papel constructivo en aquellas partes del mundo donde personas aparentemente albergan tales sentimientos viscerales de odio hacia ellos. En segundo lugar, ha arrojado una luz sombría sobre el nuevo liderazgo de Egipto, país más poblado y fundamental de la región árabe.